Estas comunidades de actividad alternativa a menudo se encuentran con la oposición vecinal, institucional o del sistema, o de grupos ideológicos contrarios:
- Por oposición del resto de vecinos.
- Por presión de los grupos de intereses inmobiliarios.
- Se defiende la idea de que, en ciudades de gran actividad financiera o comercial, a veces los movimientos alternativos son reprimidos por presión de los grupos empresariales, que pueden ver en estas formas de asociación un peligro para su influencia política, o señalarlas como factor de inestabilidad social o ciudadana. En estos casos, son de los primeros sectores sociales en apelar contra estos grupos, acusándolos de ser focos de delincuencia o posibles disturbios.
- En algunos casos, por ilegalidades respecto a impuestos sobre el suelo, la toma de energía eléctrica o las formas de comercio.
- Por ilegalidades respecto al consumo de drogas u otras sustancias no legales.
- Frecuentemente, por constituir una fuente de oposición a políticas locales, los grupos de poder que las sostienen o la estabilidad de las costumbres sociales no transgresoras.
- A veces son amenazados o agredidos por grupos de ultraderecha.
No obstante, no es infrecuente la aceptación y la convivencia
ordenada, en muchos de los casos en que uno de estos centros o
asociaciones aparecen en un barrio o pueblo.
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